30.1.12


Allí estabas como todas las tardes de invierno, caminando al lado del camino. Solo, como de costumbre dispuesto a llegar a destino aunque el clima te lo impidiera. Poco de lo que pasara a tu al rededor te importaba. Las primera vez que pasé a tu lado, no me registraste. Pensé tantas cosas, primero que a causa de la tormenta de nieve no querías levantar la vista; luego me dije a mi misma "¿y si no me quiere ver?". Por último me decidí a que simplemente no me habías visto, estabas en tu mundo (como todos los días) y tu música interior tapaba el sonido de mis pasos.
Días después cuando pasabas por enfrente de mi casa, te saludé, tampoco me viste. Mil cosas volvieron a cruzar mi mente. Había comprendido como eran las cosas entre nosotros. Luego de tantos años de amistad, deseabas vivir algo distinto, no era correcto que te juntes con el ratón de biblioteca, con la cuatro-ojos. Eso bajaría tu nivel social. Yo como una ilusa lo acepté y por tu felicidad, dejé que se fuera mi único mejor amigo, el que me escuchaba cada día, el que leía mi poesía; esa persona que me cuidaba en las enfermedades y me abrazaba en los malos momentos.

1 comentario:

  1. Hermoso texto, me enamore de el. Amo como quedo tu blog, un beso :)

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